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Celebran este año 200 aniversario genio de ingeniería Brunel
Gran Bretaña celebra a lo largo de todo este año el 200 aniversario de Isambard Kingdom Brunel, el más importante ingeniero de la Inglaterra victoriana, constructor de ferrocarriles, puentes, túneles y buques que causan hoy todavía general admiración.
Nacido el 9 de abril de 1806 y fallecido en 1859, Brunel no sólo supo resolver los más difíciles problemas de ingeniería con su genio, su capacidad de cálculo y sentido práctico, sino que era también en el fondo un artista, como demuestran los cuidados diseños de algunas de sus obras maestras.
Aunque sus proyectos de ingeniería eran radicales y futuristas, mostró siempre en ellos una pasión ornamental y una afición a combinar estilos históricos típica del eclecticismo de la Regencia.
Una de sus grandes creaciones es la estación de Temple Meads, Bristol, diseñada en 1839, con su luz de 23 metros el primer gran techo de una estación de ferrocarril jamás construido.
Tiene además la particularidad además de que el ingeniero empleó en ella sobre todo madera, a diferencia del hierro que utilizaría diez años después en su estación londinense de Paddington.
Una de sus grandes obras fue la construcción del Great Western Railway (GWR), el Gran Ferrocarril Occidental, desde Paddington hasta Penance, en Cornualles, con su sucesión de puentes, viaductos y túneles, todavía utilizados.
Bristol acoge algunas de las grandes creaciones del ingeniero, desde la citada estación ferroviaria de Temple Meads, hasta el puente colgante de Clifton, terminado póstumamente en 1864, o el buque a vapor Great Britain, cuya construcción comenzó en 1839.
Hijo del ingeniero y oficial naval francés Marc Isambard Brunel, que había huido en 1793 de la Francia revolucionaria y se había establecido en 1999 en Gran Bretaña tras trabajar algún tiempo en Nueva York, Isambard Kingdom ayudó a su padre en la construcción de un túnel bajo el Támesis entre Rotherhithe y Wapping, sureste de Londres.
Ese túnel, comenzado en 1825 y finalmente abierto al tráfico en 1843, tras numerosos retrasos, accidentes y toda suerte de vicisitudes, fue el primer túnel construido bajo un río navegable y llegó a ser considerado en su día la octava maravilla del mundo.
En 1869 fue reconvertido para que pudiese acoger el ferrocarril del Este de Londres, y hoy lo utilizan anualmente alrededor de catorce millones de pasajeros.
En 1832, Brunel comenzó su colaboración con la Bristol Docks Company (Compañía de los Muelles de Bristol), para la que iba a trabajar durante los quince años siguientes.
Cuatro años más tarde fue nombrado ingeniero del recién creado Great Western Steam Railway y, pese a su falta de experiencia ferroviaria previa, impresionó inmediatamente a sus patronos y a otros empresarios del sector, que le contratarían para llevar a cabo o supervisar proyectos ferroviarios no sólo en Gran Bretaña, sino también en Italia y hasta en la India.
Tras su nombramiento en 1836 como ingeniero de la Great Western Steam Company (compañía de buques de vapor), Brunel comenzó el diseño de su primer buque, el Great Western, destinado a un sistema de transporte integrado que traía al viajero por ferrocarril desde Londres hasta la estación de Bristol, donde le recogía un autobús, que le transportaba hasta el muelle para su posterior embarque.
El viaje inaugural de ese vapor a Nueva York, en 1838, duró quince días.
En 1839 empezó la construcción de un buque gemelo, el Great Britain, el mayor y más potente de la época, precursor de los transatlánticos modernos, que no sólo transportó regularmente a miles de pasajeros a Estados Unidos y Australia, sino que se utilizó también para el transporte de tropas en la guerra de Crimea (1853-56).
Tras participar en los preparativos de la Gran Exposición Universal de la Ciencia y la Industria que se celebraría en Londres en 1851, Brunel comenzó a trabajar en su proyecto marítimo más ambicioso, el buque Great Eastern, capaz de transportar hasta 4.000 pasajeros en un viaje sin escalas a Australia.
Aquel barco resultó ser inviable económicamente, aunque se utilizaría luego con éxito para tender el primer cable telegráfico transatlántico.
Brunel diseñó también, entre otras cosas, un hospital prefabricado, con capacidad para un millar de camas, para su utilización en Crimea y otros frentes de batalla.
La febril actividad de los últimos años minó la salud del ingeniero, que en 1858 viajó a los Alpes y a Egipto por consejo médico, sin lograr, no obstante, recuperarse: el 5 de septiembre de 1859 sufrió un colapso en su casa de Londres, donde moriría diez días más tarde.