SOIS UNOS PIJOS: Viajes en el Talgo Pendular, en la cabina del AVE,... maric....
Hoy he recibido este grato correo entre los mensajes de trensim:
""Hola Estanislao.
Ante todo,...
En segundo lugar, viendo que te mueves en ese ambiente..., andaluz y conocedor de todos los entresijos del ferrocarril..., querría saber si... nos conocimos, no se si lo recuerdas en Jaen a finales de 1984, despues de haber hecho un recorrido por vagoneta por la linea de Jaen a Campo Real.
Bueno, ya me dirás. Si es así, me alegro de saludarte después de tantos años, y si no es asi, diculpame por el error.
Un saludo,
Alberto""
Lo siento, porque le voy a dar envidia a ferrobus y se lo dedico a él y a ferrolitic. Esto si fue un viaje:
Sabía que ya estaba echada la suerte de la línea, nadie se atrevía a asegurarlo, todos teníamos la esperanza como tantas veces que se va a cerrar, pero nunca se cerró. Pero con ese catastrofismo conformista que abate al pobre, pensábamos que irremediablemente así sería.
Una mañana de diciembre, del frío diciembre de Jaén y Córdoba, me metí en un Land-Rover con Sonera (padre del ayudante muerto en el descarrilo del expres de Almería) como conductor y el Señor Nieto, serían las siete de la mañana, niebla al cruzar Martos, Alcaudete, Luque, Zuheros,... las cuadrillas hacían fuego pa' calenta'se entre los olivos, y el humo de los fuegos ya se hacía más denso que la niebla. La escarcha de la hierba hacía conocer que las manos estarían heladas para quienes recogieran esa aceituna. Ibamos en silencio, helados también, calados hasta los ojos, con las manos en los bolsillos, sólo Sonera que no recuerdo si llevaba guantes tenía como era de esperar las manos sobre el volante. Íbamos en silencio, como si fueramos de entierro. Y eso era, nuestro último, o por lo menos, mi último viaje por la línea de Linares a Puente Genil, de Campo Real a Jaén, aunque nosotros solo fuimos de Lucena a Jaén.
Llegamos a eso de las 9.00 a Lucena, las traviesas blancas por la escarcha, y estuvimos esperando y esperando una dresina que no llegaba. La mañana levantó, las traviesas se ennegrecieron y se cumplió el dicho de mi Andalucía: "mañanita de niebla, tarde de paseo", calentaba algo el día. Aquella espera sirvió para entrar de nuevo en la estación, ver aquella factoria, aquella taquilla, el telégrafo, que ya no funcionarían más,... vuelta por el patio de carros, la Cros, el muelle de descarga de tantos renaults,... y venga a esperar. Al final a eso de las 12 llegó la dresina. Había habido un problema con el puesto de mando por que al enterarse que iba a circular una vagoneta de trabajo querían mandar el correo (recuerdo Alberto perfectamente todo lo que se suscitó).
Bueno, a subir en la dresina. No se cuántos iríamos: seis, ocho,... Esta iba en sentido contrario. La cabina hacia delante y la plataforma hacia atrás. De Lucena a Jaén había unos 100 km, la velocidad era de 30 km/h, la del itinerario era a 40 km/h hasta Martos y luego a 80 km/h, pero todos los puentes a excepción de uno eran a 30 km/h, ese uno era a 10 km/h y las torrenteras, que había bastantes a 10 km/h, pero éstas estaban entre Torredonjimeno y algo más allá de Torredelcampo. Nuestro deambular, se podría decir así, ir de pie, en la parte trasera de la dresina, sentados de vez en cuando en el borde de la plataforma.
Cabra, como siempre la niña de la guardesa salió a recibirnos, donde tantas veces nos sacó el botijo, ahora no podía de dejar de hacer lo mismo. Luego los puentes y el tunel, allí estaba cuando funcionaba la guardesa, la mamá de la niña. Luego, aquí murió el maquinista del tractor que descarriló. Nuestras aceitunas de ajo de la cantina de Doña Mencia, Zuheros con su castillo y Luque, aquel Luque que había sido Empalme, después de ser Luque-Baena. Pararíamos a comer como siempre, donde habíamos comido tantos zorzales y pajarillos (era otra época), aquel día que no nos esperaban nos hicieron unos chorizos fritos con huevos, aquellos chorizos con aquel colorao' cayéndote por la barbilla y esos huevos de dos yemas mojando el pan de tetilla, buf... pa' que' ma'.
Ya abatidos, comenzó a caer la tarde, como rindiendo el homenaje a un viejo amigo que se iba. No podíamos dejar de disfrutar aquellos últimos momentos con él. En la plataforma, de vez en cuando apoyados sobre la cabina de la dresina o sentados en el borde, pero respetando su olor, su murmullo, su frescor,... Olor de los fogatas de ramones y hojarasca de las olivas tras haberlas cribado, murmullo de los ríos (Víboras, Salado de Porcuna, etc.), de las grullas de las lagunas, hasta el graznido de los cuervos de los puentes parecía murmullo, el frescor que pronto se transformaría en hedor del frío de la tarde. Así, pasábamos Collado Las Arcas, Alcaudete, recordando su cafés purgantes, Vado Jaén, siempre se montaba la misma persona recordaba, Martos, Torredonjimeno, con la máquina de la Cementera, otro tunel, otro puente y otro más, y el último tunel y ya Torredelcampo y lo que quedaba de Moralduro y Regordillo y ya estaba allí el Castillo de Santa Catalina iluminado y Jaén.
Habíamos aguantado estoicamente, casi siempre de pie, con el frío que haga, como cuando se va al funeral de un amigo, de un buen amigo, recordando sus momentos tristes y alegres, sus defectos y sus virtudes, pues era eso nuestro amigo o amiga, parte de nuestra vida que se había ido.
Esto si eran viajes en tren.
Bueno, la única diferencia está en haber nacido 20-30 años antes.
Estanislao