Artículo de Juan Bolea aparecio en El Periodico de Aragón, edición del 1-12-2005.
"LA BANDA DEL TREN
En un ataque de estrés, con tres años de retraso, los ejecutivos de Renfe licitan la calefacción de la estación Zaragoza-Delicias.
Los ejecutivos de Renfe, esa eficaz y competente élite profesional de ingenieros y altos funcionarios, esa selecta cúpula que rige las líneas férreas españolas, su alta velocidad, sus trayectos y horarios, sus estaciones y servicios, debe estar a punto de sufrir un cuadro de ansiedad colectiva, un estrés, un spleen . Porque, al fin, esa buena gente, buena de verdad, y mejor pagada, ha dejado de lado su inercia, y ha hecho algo.
Tres años después de la inauguración oficial de la superestación de Delicias, la mejor de España, decían, y una de las mejores de Europa, incluso del universo mundo, sus gestores, ese formidable equipo de altos ejecutivos, han sacado a concurso, y adjudicado, la contrata de la calefacción de Zaragoza.
A pesar de ese tremendo esfuerzo administrativo, pese a haberse reunido el jurado para evaluar las propuestas técnicas presentadas y, tras una fatigosa sesión comparativa, haber sancionado en favor de una Unión Temporal de Empresas, que será la que ejecute el proyecto, los plazos de Renfe no han llegado a tiempo para caldear el hangar zaragozano en lo que falta de invierno.
Así, a lo largo de los próximos meses de diciembre, enero, febrero y marzo, hasta que abril, si viene suave, modere los rigores invernales, seguiremos sufriendo, por exclusiva culpa y responsabilidad de esta pandilla de inútiles del Adif, del Ministerio de Fomento y de su Secretaría de Infraestructuras, las mismas o peores incomodidades y fríos que en las dos últimas Navidades.
Volveremos a congelarnos en las salas de espera. Volveremos, en los gélidos andenes, a padecer ese frío atroz, de poquitos grados, o bajo cero, que se condensa transformando el espacio de la estación en un inmenso iglú, en un templo maldito, franco a los vientos, grato a la intemperie, pero hostil para la supervivencia humana. Volveremos a correr, en busca de un taxi en la noche, por ese gigantesco almacén de trenes donde los viajeros en tránsito golpean el suelo con los pies, para intentar templarse, y donde los empleados, ateridos, con doble camiseta térmica y bufanda de tupamaros vagan de uno a otro extremo, en inútil búsqueda de protección contra la ola de frío. Volveremos a sentir la pavorosa sensación de regresar de noche de un largo viaje para, de madrugada, apearnos en un lugar inhóspito, cruel, que nos da la bienvenida envuelto en una siniestra niebla dispuesta a perforarnos el pulmón.
Puesto que nadie dará la cara, ni dimitirá, y puesto que todos estos ineptos del Adif seguirán engrosando sus escandalosos sueldos, a costa de hundir en la miseria los servicios públicos que deberían ser ejemplo de comodidad y eficacia, sólo les deseo que algún día sufran en sus propias carnes lo que otros venimos sufriendo.
Que bajen en Zaragoza, a menos cero grados, y que se congelen al correr a la salida en busca de un taxi que los salve de aquel horror. Que se encuentren la nieve a pie de estación, sin nadie que pueda ir a buscarles, y que vaguen con sus maletas por las cercanías sin urbanizar, como fantasmas en la noche.
Qué banda, la del tren. "
Que lo disfruteis.