por StationBoss » Vie Abr 02, 2004 3:52 am
Queridos todos,
Me he metido en este hilo sin tener ni puñetera idea de qué máquina era la Renfe 7700 y cuando la he visto me ha dado un vuelco el corazón y a los ojos se me han asomado lágrimas. No es broma.
A lo mejor me tomáis por tonto, pero cuando yo era muy pequeño, tanto que no podría ni decirlo, y me iba con mi madre al pueblo en el Estrella Galicia, al pasar por León y Valladolid veía estos monstruos (es el recuerdo que tengo de estas locomotoras) descomunales, enganchados en filas de a tres, cálidos y fríos al mismo tiempo en medio de una extensa playa de vías refulgentes y, podéis reiros, me daban miedo.
No sé cómo definir aquél miedo confundido ahora con la agridulce sensación de volverse a encontrar con algo que pertenece a una etapa de mi vida que daba por olvidada... Recuerdo la impresión que me daban aquellas moles verdes, que tenían más ruedas que los trenes normales, dos cabinas, tan altas, tan majestuosas... tan malvadas. Recuerdo cómo mis ojos de niño miraban asombrados, descubrían entusiasmados, cada prado, cada pueblo, cada estación, cada vía, sabedor de que en las estaciones con más vías esas locomotoras me estarían esperando... Sólo que mis ojos de niño no las veían como locomotoras; las veían como gigantescos animales que reposaban, repletos de comida, en un sueño pesado, destellando verdes y dorados bajo el sol abrasador de una tarde de Castilla, quietos y silenciosos, conteniendo una violenta furia que se sabía no era buena idea desatar...
Tal vez os parezcan tonterías, pero es como yo lo vivía. Incluso al entrar en este foro por vez primera las confundí con las 1817, por la forma del morro. Fue una confusión breve a la que no di mayor importancia, pues no despertó en mi lo que las anteriores imágenes han despertado. Vaya, siempre felicito a los autores por sus obras, pero esta ha sido para mi una muy grata sorpresa que me ha llegado al corazón. Es hermoso crear cosas que despiertan sentimientos en las personas.
La pena es que todo ello me hace recordar que la época de la infancia es sin duda la más dulce, la más feliz. Y la añoro.
Os agradezco, autores, que nos ofrezcáis un material ferroviario nuevo, pero sobre todo os doy las gracias por rescatarme un recuerdo que creía olvidado por siempre en los lúgubres pozos de mi memoria.
Un cordialísimo saludo, amigos.
Jorge.