por Lizardo Sánchez » Mié Ago 16, 2006 5:26 pm
Son dos trenes los mios:
El que hacía el servicio entre la ciudad de Santa Fe y San Miguel de Tucumán. Años 70, coches de madera, tracción a vapor, via secundaria. por Añatuya.
Salía a la tarde. A medianoche, en Tostado, dividía en dos, mitad a Resistencia, Chaco, mitad a Tucumán. Se amanecía en Añatuya. Nunca faltaba el enfiestado que despertando de la borrachera caía en cuenta que estaba en vagón y rumbo equivocado.
Desde ahí las interminables soledades del monte santiagueño. Cambiaba el pasaje, entre ellos hablando el quichua, gente de campo reservada, solidaria e increiblemente respetuosa. Calor aún en julio, humareda y traqueteo. Para descanso de la espalda y su mas abajo, uno se corría al coche comedor huyendo de los asientos de madera. Vino, cerveza, soda o agua a la temperatura del día, caliente, de hielo ni hablar.
Al llegar a Las Cejas, ya en Tucumán, el paisaje se volvía verde por la selva y la cañamiel. Y tras unas 24 horas llegaba a Tucumán.
El otro es el chaguanquero, desde Orán y Tartagal a Salta. Algo mas moderno y con tracción diesel. Ramal mas mantenido gracias al tráfico con Bolivia y de los petroleros al sur. La serie de pequeñas ciudades le daba movimiento al pasaje: Embarcación, Pichanal, Ledesma, San Pedro, Güemes, Camposanto y finalmente Salta. Salía a horario y llegaba cuando quería. Por la ventanilla paisajes de selva, huetes de los chaguancos o huichis, trópico y cañamiel. Cruzada con petroleros. Desde Güemes el desvío a Salta, comenzaba la trepada, se abandonaba la región selvática rumbo al monte de las yungas. Y a la hora que le parecía, tras el pequeño túnel, entraba a Salta por Chachapoyas.
Lizardo.