por Alta Velocidad » Jue May 18, 2006 3:16 pm
Hay muchos comentarios que sostienen que sería mejor gastar el dinero en toda la red para ponerla en condiciones para circulaciones de 100 a 120km/h.
A mi juicio, con el dinero que se invierte en un ramal de 750 km para velocidades de 160 a 300 km/h (como máximo, aunque creo que se quedará en los 250 o 270 km/h) no se podría poner en condiciones una red mucho mayor para 120 km/h.
Además hay que tener en cuenta que en ese corredor de 750 km vive entre la mitad y los dos tercios de la población argentina (sin contar las ciudades intermedias, de las cuales alguna llega a los 150.000 habitantes, la Capital Federal y el Gran Buenos Aires tienen 16,5 millones de habitantes, el Gran Rosario otros 1,2 millones, y el Gran Córdoba 1,4), y que probablemente es en la actualidad uno de los corredores viales con mayor congestión (justamente por falta de un medio de transporte eficiente que mueva las masas de una zona urbana a la otra). Esto no solo significa que ese tren beneficie a más ciudadanos y satsifaga una demanda mucho más latente e insatisfecha, sino que también significa que por el dinero invertido se podrá transportar más gente.
Con lo que cuesta poner en condiciones de 160 a 270 km/h un ramal de 750 km, quizás se podría poner en condiciones de 120 km/h un ramal como el de Buenos Aires a Bariloche, siendo generosos (son unos 1700 km de vías, con una parte ya en la precordillera). No sería mayor despilfarro invertir ese dinero en un ramal de 1700 km cuya demanda de pasajeros apenas alcanza para un tren diario, teniendo en cuenta que no podrá competir con el avión en rapidez (cosa que sí podría entre Buenos Aires y Rosario, y quizás Córdoba), probablemente tampoco con el micro, y tendría un precio relativamente alto que requerirá un subsidio más amplio para cubrir los costos?
Es un ejemplo extremo, pero el mismo se daría para ramales que sin duda estan en pésimas condiciones, como Buenos Aires-Posadas o Buenos Aires-Mendoza. Creo que se trata de beneficiar a la mayor cantidad de gente e industrias posibles con el dinero que se invierte. Y el dinero, por mucho que sea, está mejor invertido en un tren que atraerá a mucha gente, no por nostalgia, ni por precio, ni por amor al ferrocarril, ni por sadismo, sino por ser competitivo, cómodo, seguro, rápido, etc. Fijense que los ferrocarriles argentinos llegaron a su auge no porque los eligieran los ferroaficionados o los pobres (me refiero a los realmente pobres, aquellos que viajan en tren porque no les queda otra), sino porque en su momento eran competitivos (lo cual no tiene que significar que hayan sido rentables), porque se llegaba más rápido que con otro medio de transporte, porque eran más cómodos, y quizás porque eran más seguros. Si queremos volver a tener una red ferroviaria de pasajeros consolidada, seria, competitiva y por lo tanto con futuro, creo que inversiones como estas (se hagan finalmente o no) son el camino a seguir.
Carlos