Hola a todos.
Era sé una vez... de este modo suelen empezar los cuentos, no así las historias reales que a uno le suceden en su vida; esas anécdotas que pese al paso de los años siguen teniendo un hueco en nuestra memoria y que cuándo hayamos entrado en años nos gustará contar a nuestros hijos. Pues bien, esta es mi historia; historia de un chaval de 17 años que casi desaparece nublado por la magnificencia de PAJARES.
¡VIVEN!
Ya sé que el título es un mero plagio, pero aunque parezca mentira, en el verano de 2005 me sucedió algo parecido al argumento de la película. Resulta que en mi afán por conseguir la mejor información sobre la ruta La Robla – Pola de Lena (la cuál llevo ya mas de un año desarrollando, ver Ruta Asturiana Puerto Pajares), el pasado mes de Julio, concretamente el día 25 me dirigí junto a mi tío Ángel al puerto de Pajares con la intención de pasar un agradable día de excursión con mi bicicleta. Hacía ya una semana de mi estancia en los Campeonatos de España de Mountain Bike que se celebraron en Vigo, y después de largos meses de entrenamiento (soy corredor de Mountain Bike), lo único que quería era pasar un día de paz y lento caminar sobre mi bici.
Era poco más de las diez de la mañana cuando aparcamos en el parking del Pueblo de Pajares, nuestra intención, más allá de conseguir información sobre la ruta, era realizar una pequeña excursión de unos 15-16 km apróx por las cercanías del pueblo.
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Tras cambiarnos y comprobar que las bicicletas estaban bien, decidimos en primer lugar subir a la estación de Pajares sólo y únicamente, repito únicamente, con la cámara de foto y la de vídeo, y una vez recopilada la información, volver al coche, coger los apaños (comida, teléfono móvil, herramientas, agua de sobra) y comenzar nuestra excursión bajando a Puente los Fierros y luego subir hasta Llanos de Someón para volver a Pajares y así regresar a casa antes de la hora de comer (este era el plan que como veréis a continuación no se realizó).
Comenzamos a subir la carretera que lleva desde el pueblo de Pajares hasta la estación de ferrocarril, una carretera casi abandonada y muy bacheada que serpentea por la ladera de la Felguerona (a unos 1100 metros de altitud) para aparecer frente a la estación.
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La estación se encuentra mejor de lo que pensaba, aunque no es más de lo que arriba se ve, salvo la subestación eléctrica, que se encuentra a la izquierda de la imagen.
Cuando llegamos a la subestación eléctrica, observamos que un camino seguía paralelo a la vía hasta donde nuestros ojos alcanzaban.