Hay otro recuerdo, también emotivo, de ese río. Unos kilómetros más arriba, cuando estudiaba C.O.U. (fuimos el primer curso que se estudió), muchos fines de semana, los viernes por la tarde hacíamos una excursión hasta el domingo, a este valle. Bastante agreste, detrás del polvorín, hay un remanso, llano, con una mina, en la que plantábamos nuestras tiendas de campaña y pasábamos esos días. Lo bautizamos como el "Valle de las cabras", debido a que la primera mañana que nos despertamos, estábamos rodeados por ellas. En otra ocasión, al salir muy tarde de Linares, se nos hizo muy de noche por el camino, y después de varias peripecias, acampamos fuera de una verja que nos separaba y guardaba de los toros bravos, eso pensábamos. Por la mañana, cuando despertamos, estábamos siendo corneados a través de nuestras tiendas de color anaranjado por toda una manada que nos tuvo que apartar el mayoral, llamándonos de todo, menos bonicos.
He de decir, para quitar emoción que los toros cuando van juntos no suelen hacer nada, pero eso sí, remetían como queriendo apartar la tienda.
En aquellas excursiones, sólo íbamos chicos. Las chicas las acercaban, alguno de sus padres, el domingo. Normalmente compañeras de Instituto. De Linares a allí había 12 km y estaba rodeado de minas y lavaderos abandonados.
Cuando necesitábamos comprar algo que nos faltaba, teníamos que ir río abajo hasta Vadollano, donde en las casas del Paso a Nivel, en casa Pacheco lo comprábamos.
Saludos, Estanislao
El que no pregunta se queda sin saber. Más vale que se piensen que soy tonto a que verdaderamente lo sea por no saber.
Eric Hoffer (escritor y filósofo, 1898-1983): Quién muerde la mano que le dio de comer, normalmente lame la bota del que lo pateó.