Correrán ríos de bits ya que los planteamientos que haré a continuación no gustarán, pero son fruto de más de una y de dos conversaciones con diferentes profesionales del sector ferroviario.
La profesión de maquinista se degrada desde el punto de vista de actuación o interacción; ello no significa que su importancia sea menor, aunque en general el equipo directivo tienda poco a poco a menospreciar la tarea del maquinista.
La profesión se está perdiendo con la llegada de los nuevos sistemas de conducción y señalización. La entrada del ATC / ATO ha supuesto un auténtico mazazo para la profesión, donde la tarea encomendada, como puede ser abrir y cerrar las puertas, es algo simple que ayudan a no dormirse en el trabajo, no porque la presencia del maquinista sea necesria.
Cierto es que los automatismos permiten la total ausencia de la figura del maquinista, pero... seamos sinceros, eso también podría darse en los aviones, y sin embargo nadie pone en duda la presencia de un piloto de avión comercial. Hay que conceder que la idiosincrasia del avión hace necesaria la presencia de más de una persona que pueda asumir el control pero y ¿el tren? ¿no sucede lo mismo?
Durante los vuelos de crucero en los aviones los pilotos están pendientes de la total supervisión de los sistemas, ello ayuda a controlar cualquier inconveniente y de algún modo generar un entretenimiento preventivo ya que dicha supervisión ayuda luego a generar un informe completísimo del comportamiento de los sistemas.
Lamentablemente en los trenes esto no sucede. No sucede porque la evolución de los diferentes sistemas ha hecho que las cabinas actuales presenten una mínima información y desde luego prácticamente nula desde el punto de vista técnico.
Creo fervientemente en que una supervisión completa de todos los sistemas por parte del maquinista ayudaría a evitar situaciones como la que se están dando en la serie 120 donde diferentes vicisitudes en el software pueden llegar a crear incidencias notables en el servicio.
¿Cuál sería el camino alternativo? Formar maquinistas con un muy elevado grado de conocimiento técnico tanto genérico como del material en concreto que tienen asignado y unas cabinas con una monitorización completa y cierto grado de actuación sobre los diferentes subsistemas, de modo que cualquier incidencia en ruta pueda ser resuelta sin depender al 100% de la capacidad de resolución de incidencias del software. Formar ingenieros en una palabra.
Pero claro eso vale dinero y siendo herederos del caballo de hierro, cómo permitir que un 'fogonero' venido a maquinista pueda trastear con los diferentes sistemas del tren. Desde mi punto de vista los constructores del material de tracción han emprendido una política equivocada pero muy útil para ellos. Y es que el mantenimiento y entretenimiento del material es uno de los platos fuertes del menú ferroviario de hoy día. Y nadie está dispuesto a perderse parte del botín.
Saludos.
Como siempre una vez más se pierde una gran oportunidad para hacer las cosas bien.