por javierfl » Lun Jun 05, 2006 9:16 am
En realidad, en casi todas las restauraciones de cosas históricas se plantea un poco lo mismo, ya sean trenes, edificios, automóviles o lo que sea. Cualquier objeto que aúne su valor histórico a un uso real, plantea problemas similares.
Restaurar un objeto meramente artístico suele (no siempre) ser muy simple: se trata de dejarlo en el estado más cercano al que tenía cuando el artista lo creó, pues se supone que esta es la forma en que mejor cumple su fúnción. Démonos cuenta, además, que el objeto artístico, en general, nació con el afán de eternidad. Como tal, hay que mantenerlo el mayor tiempo posible como nació. Es, ya digo, una regla general que no se puede considerar absoluta, porque hay arte perecedero y hay artistas que desean que las huellas del tiempo formen parte de su obra.
Sin embargo, en el material que nació también con un fin utilitario, como el de alojar gente (un edificio) o el de transportar gente (un tren), plantea otras muchas dificultades. En general, podemos considerar que la utilidad histórica de ese bien proviene de lo que nos puede contar, de lo que significa como testimonio del hombre y su desarrollo. Así planteado, sólo el análisis del caso concreto da la solución.
Considerando que los bienes utilitarios, por definición y al contrario que los artísticos, han sufrido casi siempre muchas alteraciones exigidas por el propio uso, las premisas de partida de su restauración debieran ser la de máximo respeto a los creadores del bien, incluyendo entre ellos a todos los que le han aportado cosas a lo largo de su vida, la de procurar que cualquier actuación sea al máximo reversible, la de buscar el aspecto que más riqueza proporcione al discurso que del bien se puede extraer en relación con lo que ha significado y la de la viabilidad en relación con los recursos y, muy importante, la seguridad para personas y cosas.
Una locomotora de vapor que ha sido fuelizada, puede decirnos mucho más dejandola así, que volviendola a vapor carbón: puede hablarnos de la penuria de combustibles, de la época del fin del vapor, de los sistemas de combustión de hidrocarburos... Otra, vuelta a su época original, nos puede contar como era la fabricación de máquinas en el siglo XIX... Otra, averiada, nos puede hablar de los accidentes ferroviarios...
Cada caso es un mundo, y sólo el análisis pormenorizado y detallado de cada caso, con experiencia y respeto, nos dará una solución óptima.
Saludos:
Javier.-