Yo viajé afortunadamente, sólo por ser ya de mayor edad, muchas veces en el ferrobús. Sobre todo en el de Linares-Baeza-Granada y en el de Lérida-Pobla de Segur, también a principios de los 60 en uno que iba de Linares-Baeza a Córdoba, por la mañana y regresaba por la tarde. También de Guadalajara a Madrid-Atocha y regreso. Y creo que había uno mañanero, aunque ya estaba electrificada la línea de Lérida a Zaragoza, aunque yo me quedaba en Monzón-Rio Cinca. También recuerdo, entre Puente-Genil y Málaga, a finales de los años 60.
Hay detalles, hoy diríamos de la España profunda, que era el cabo de la guardía cívil, verdad CARTHAGO
, el jefe de tren, el revisor y el ambulante de correos echando la partida al mus o al chinchón, en el coche sin cabina, con la cortinilla corrida, y mirando el número de la guardia civil, el auxiliar de correos, el mozo de tren, el ayudante y varios de los viajeros, entre los que me incluyo.
Otro, era el atropellar una perdiz o una bandada y pararnos a cogerla/s, había veces, como en el último caso, que salíamos todos a perdiz por cabeza.
Más peliagudo era cuando atropellábamos alguna oveja, jabalí o ciervo, en cuyo caso ya no parábamos y en la estación siguiente, entonces estaban todas o casi todas abiertas, se avisaba al jefe de estación y este a su vez avisaba al capataz o al sobrestante de vía y obras, para que el guardavías o la brigada la recogiera y, obviamente, se la llevaba a su casa para comerse la res.
En ferrobuses recuerdo el cierre de estaciones como Torreblascopedro, Garcíez y Jimena, Quesada, Huelma, Bocarre y Calicasas, la sustitución de los puentes del Guadalimar, del Salado (aunque éste por su espectacularidad era más interesante verlo de noche en el exprés), de Guardahortuna y del Gobernador.
No puedo dejar de mentar mi entrañable línea de Lérida a Pobla de Segur, con la familiaridad que todavía se vivía entre los ferroviarios. El subir a Balaguer, a Sellés-Llimiana, a Tremp o a Pobla con la amabilidad de sus jefes, no recuerdo el nombre del de Balaguer, los otros eran Gutiérrez, Dólera e Ibáñez. Sobre todo me recuerdo en Pobla cuando llegaban las dos brigadas de los dos ferrobuses de la mañana (la pareja de conducción, de trenes y el interventor de los dos trenes) y hacían justo al lado de la placa giratoria la paella diaria, en lo que era el dormitorio, también intervenían el ordenanza y el guarda, algo institucional.
Mi recuerdo a estos conductores de aquellos ferrobuses de dos marchas y de 90 km por hora. La única diferencia era que el ferrobús de Lérida se enfriaba (se apagaba la luz roja de los motores) cuando doblaba en el túnel de Villanueva de la Sal.
Saludos, Estanislao