Siempre es bueno encontrar la ocasión de desear felicidad al resto de los mortales. Esta tradición de la navidad, me causa mucha ternura. Y no tanto por la celebración cristiana, que respeto tanto como al resto de las ideologias que propician la bondad con los demás, sino porque me parece que es mucho más lejana. Me causa ternura pensando en los miedos de nuestros remotos antepasados de la humanidad, que veían que por fin que las noches dejaban de acortarse y, desconocedores de los procesos astronómicos, ponían sus esperanzas en que el frío y la oscuridad no se hicieran continuo y eterno.
Una esperanza que todavía nosotros tenemos necesidad de reforzar. Y bueno es que confirmemos nuestro espíritu común y solidario de seres humanos con el deseo de felicidad para todos.
Perdón por el rollo y feliz lo que sea.
Saludos:
Javier.-
En mi primer viaje por Robla, hace muchos años y por estas fechas, una nevada sorprendió al tren por los páramos palentinos. El cielo entonces se puso así.